Los manteros, en diferentes puntos de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano, son cada vez más. Cerca de las estaciones de tren, en Flores o en Once se puede conseguir desde ropa y perfume, hasta relojes y artículos electrónicos en esos pequeños negocios al aire libre.
Por MATÍAS RODRÍGUEZ
mail: matiasrodriguezghrimoldi@gmail.com
Cuando se recorren sus puestos de venta se advierte la inmensa cantidad de inmigrantes que habitan esos espacios. NCO habló con dos manteros que comentaron cómo es su cotidianidad, su relación conflictiva con la policía y sus motivaciones para venir a la Argentina.
NCO: ¿Cómo es el día a día de un mantero en Once?
“Las ventas a veces son buenas y a veces son malas, la policía casi siempre es mala”, remata Bacary Deme con una sonrisa. Él tiene una manta con ropa de invierno en la esquina de Pueyrredón y Corrientes, nació en Dakar, Senegal y hace cinco años vive en Buenos Aires.
Bakary afirma que vino a nuestro país para enviarle dinero a su familia: “Yo no soy refugiado, no vengo huyendo de guerras o hambre, Senegal es un país pacifico. A mi familia le cuesta mucho progresar, yo enviaba todos los meses 300 dólares, ahora se hace difícil porque está caro el dólar. Envío 200 dólares, a veces menos. Mi familia quiere agrandar la casa, somos cinco hermanos y no entramos, tenemos que agrandar. Además, me gusta conocer otros países, Buenos Aires es muy hermoso, felicitaciones”.
NCO: ¿Por qué decís que la policía siempre es mala?
BD: Porque no nos deja trabajar. Siempre pasan y tenemos que juntarnos todos e irnos. Algunos nos insultan. Ellos dicen que nuestra venta es ilegal porque no pagamos impuestos, nosotros si nos dicen que paguemos algo y es un precio que podamos afrontar, lo pagaríamos, pero nadie nos dice nada, no me puedo poner un local, no tengo ese dinero. Una vez un policía me pegó un palazo y se llevó mí ropa. El que nos tiene que cuidar, nos roba.
NCO: ¿Podes contar un poco más de esa situación?
BD: No hay mucho más para contar. Ellos estaban pasando y otro mantero, también de Senegal, estaba tardando mucho juntando las cosas y le dijeron que se apure. Este chico les puso mala cara y un policía quiso detenerlo, todos los que estábamos mirando nos metimos y no nos fue nada bien. Se llevaron nuestras cosas. Tuvimos que comprar toda la mercadería de nuevo. Algunos hicieron denuncias, yo no. No voy a quejarme de la policía con la misma policía.
“Ellos son malos con nosotros, pero yo no les deseo el mal, rezo para que nos dejen en paz, últimamente están más calmados, yo solo quiero trabajar nada más”, concluyó Bacary.
Asa Ndaw, tiene su manta a metros de la de Bacary. es de Thies, también en Senegal. Hace siete años vino a Argentina, dejó su trabajo y vino en búsqueda de otras oportunidades: “Hace años tenía el mismo trabajo en Thies, vivía con lo justo, ahora también, pero es distinto. Mi familia no necesita que le mande dinero, puedo ahorrar para progresar. Me quiero quedar en Argentina”.
NCO: ¿Cómo es la relación que tienen los manteros con los comerciantes de los negocios en Once?
AN: Con algunos es muy mala. Nos dicen que por culpa nuestra venden menos, que nuestra mercadería es una porquería, que nosotros no pagamos impuestos. Yo siempre me callo, no quiero problemas, si ellos están enojados que estén enojados, yo no voy a pelear. Una sola vez contesté al de enfrente. Me cansó. Todos los días me decía que yo la hacía fácil y que no pagaba impuestos.
Le dije que cambiemos de lugar ya que era tan fácil. Vino a patear mi mercadería, nunca más dije nada. Tengo algunos comerciantes amigos, con ellos está todo bien. Me ayudan mucho. De hecho, algunos me venden mercadería para que yo ofrezca acá. Otra mercadería la tengo que ir a buscar a la calle Avellaneda.“Últimamente se vende menos, pero trato de tener más cosas, de trabajar más horas, otra no queda”, afirmó Asa y se despidió.
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