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Cómo sigue la vida de Wolfie, el joven al que un robo le cambió la vida para siempre

Cómo sigue la vida de Wolfie, el joven al que un robo le cambió la vida para siempre

A cinco años de cumplirse el fatídico robo en el que un delincuente le disparara y deteriorara la calidad de vida, el joven sigue en la lucha para salir adelante a través de su rehabilitación, del estudio, la familia y los amigos.

LUIS FERNÁNDEZ

En una entrevista exclusiva para la 2020 Radio NCO, su padre, Diego Ribeiro Couto, fue quien desarrolló punto por punto cómo es la actualidad de su hijo, las tormentas y los vaivenes que les tocó atravesar en estos años, con viajes para continuar con su tratamiento, su vuelta al país, la condena a quien lo hirió gravemente y los proyectos que tienen para el futuro.

En el comienzo de la charla, Ribeiro Couto brindó las sensaciones que tiene después de cumplirse un nuevo aniversario en el que lastimaron de gravedad a su hijo y eso trastocó la cotidianeidad de toda la familia: “La situación que nos toca vivir es inexplicable y no se la deseo a nadie. Seguimos luchando”.

“Al principio fue duro el tratamiento, porque el panorama no era alentador, los médicos me decían que podía quedar así de por vida, con un respirador colocado, pero se fue revirtiendo la situación de a poco, tiene altos y bajos, pero le pone muchas ganas”, detalló el padre de Wolfie.

Asimismo, contó que tras un año y medio en el que estuvo internado, siguiendo su tratamiento, la familia decidió hacer la externación y continuarlo de forma ambulatoria. “Fue toda una experiencia, tuvimos que reacondicionar la casa para una persona discapacitada”, reveló el padre de Wolfie.

El tratamiento en el exterior, su leve recuperación y costo alto

Acerca del viaje para mejorar de su cuadriplejía, su padre recordó que “después tuvimos la posibilidad de hacer un tratamiento en Cuba, donde habíamos conseguido el dinero para estar dos meses y gracias al embajador argentino en ese país, nos consiguió un mes más de estadía”.

“Una de las cosas que recuperó fue la voz, que antes casi no tenía y eso sucedió porque le sacaron el respirador y le taparon la cánula. Le bajaron un montón de medicación y ganó masa muscular. Aprendimos mucho a su lado”, valoró el entrevistado.

Sin embargo, al día de hoy, continuar con un tratamiento de ese tipo, se les volvió impagable, por lo cual tuvieron que regresar al país: “No es fácil el tema de su recuperación. En Cuba se trabaja entre cinco y seis por día hasta el sábado dedicado solo a su cuerpo. Acá, la realidad es otra. No podemos hacer eso porque es carísimo, pero tuvimos la posibilidad de continuar con uno de los rehabilitadores para que lo haga en casa”.

“Él necesitaba recuperarse porque empezó la facultad y no es fácil para él adaptarse a estar sin manos (porque no las puede usar). Además, necesita un rato de ocio para descansar y estudiar, que le gusta mucho”, manifestó el entrevistado.

Cómo terminó la causa del maleante que lo hirió

En otra parte de la entrevista, el padre de Wolfie se refirió a la condena que recibió el delincuente que le disparó a su hijo y que le dejó lesiones que tendrá de por vida. “Siento satisfacción por la condena que recibió”, admitió el entrevistado.

Cabe recordar que, el 16 de junio de 2016, día en que Sebastián Wolfang Ribeiro Couto salía del Instituto América Latina, de Isidro Casanova, había caminado unas cuadras con sus compañeros cuando dos delincuentes los increparon para robarles al grupo los celulares. Wolfie se demoró mientras se quitaba los auriculares que estaban conectados a su teléfono y uno de los ladrones le disparó en el cuello.

Se dio la casualidad que el tribunal que lo encontró culpable, lo condenó el mismo día que le habían disparado a Wolfie, solo que cinco años después: “La condena nunca va a alcanzar, porque como dijo Wolfie, sea los años que le dieron, cuando el tipo cumpla su condena va a poder salir caminando y rehacer su vida, mientras que él va a vivar para siempre en una silla de ruedas. Wolfie está limitadísimo y el delincuente lo hizo cargar con cosas que no esperaba para su vida”.

Matías Ezequiel Capeans Tévez fue capturado en 2019 y tras el proceso judicial recibió una condena de 18 años de prisión, al ser hallado culpable del delito de “robo calificado por el empleo de un arma de fuego en concurso real con el de homicidio agravado criminis causa en grado de tentativa”.

Además, el tribunal tuvo en cuenta varios cuestiones que sirvieron como agravantes en la condena, ya que no advirtió “causas de justificación ni eximentes, tampoco de pautas atenuantes, sí de circunstancias agravantes como el empleo de un arma de fuego de gran calibre con la que incrementó su poder ofensivo, el desprecio por la vida de la víctima”.

En el momento de la sentencia, Wolfie pudo hablar para contar cómo cambió su vida desde ese día: “Yo era un pibe de bien, tenía amigos, salía, iba de vacaciones, estudiaba, tocaba la guitarra, hacía ejercicio, eso para mí se terminó, no voy a poder hacer nunca más nada”. Esos 18 años tal vez fueron un aliciente para una familia que estuvo destrozada por mucho tiempo.

La ausencia del Estado para brindarle respuestas a su familia

En la actualidad, el joven está trabajando con un kinesiólogo una hora y media para poder rehabilitarse. “Estamos analizando los procesos que estamos haciendo para ver cómo podemos adelantar la recuperación de Wolfie. Lo ideal sería que el Gobierno ponga interés en el caso”, remarcó Ribeiro Couto.

Siguiendo con su línea crítica a la gestión gubernamental, recriminó que “se gasta plata en tantas pavadas y acá tenés un argentino que quiere estudiar, que quiere progresar y ser alguien en la vida y parece que no les importa y eso me da bronca. Fue por un hecho de inseguridad, por algo que sufrimos todos y no nos ayudan. Tendrían que hacerse cargo”.

“Al menos quiero que nos pongan en contacto con alguien para que nos cobren menos o algo. Creo que hay un montón de formas de ayudarnos. Me cansé de llamar, de tocar puertas en todos lados, en el Ministerio de Desarrollo, de Seguridad, porque me parece que ellos deberían hacerse cargo en estos casos”, criticó el entrevistado.

El día a día de Wolfie y el cierre con un mensaje de esperanza

En el tramo final de la charla, Ribeiro Couto, contó cómo fue atravesar los años difíciles, cuando Wolfie debía rehabilitarse urgentemente para comenzar a mejorar: “En estas situaciones a veces no sabés qué hacer, siempre es una de cal y otra de arena. Me habían comentado del Instituto Fleni, que dicen que es muy bueno, pero realmente me he desilusionado de mi país”.

Sobre lo que proyecta para su vida, el padre indicó que “él no quiere nada regalado. Quiere tener su profesión, su trabajo, su familia. Él sueña, quiere viajar, quiere ser alguien en la vida y estaría bueno que lo ayuden desde el gobierno o alguna parte del Estado”.

En el tramo final de la charla, habló el propio protagonista, Sebastián Wolfgang Ribeiro Couto, que contó cómo es su día a día: “Ahora estoy estudiando psicología en la Universidad de Morón. Por el tema de la pandemia, mantengo distancia con mis amigos, pero me encuentro muy enfocado en mi carrera y haciendo un curso de inglés, siempre optimista”.

Como última frase, habló sobre sus deseos de viajar y conocer lugares y concluyó que “hay varios lugares que me gustaría conocer, y desde lo que me pasó, tantas cosas que pasé, valoro mucho más cada día, pasar mis días con la familia, con los amigos. No hay que hacerse mala sangre en la vida”.

Una historia de esas que no deberían ocurrir, en la que un acto de delincuencia lo dejó en una silla de ruedas para siempre, pero que a pesar de todas las adversidades y malos momentos que le tocó atravesar, el joven Wolfie intenta sobreponerse, a través del estudio, de la familia y de los amigos, para responderle con hidalguía a quienes intentaron borrarle la sonrisa.

Si alguien desea colaborar con la familia del joven pueden comunicarse al 1555605007.

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