
Por: Omar Cao
Dibujo: Gerardo Sánchez
Bordeando las seis décadas, suelo y me gusta decir y creer que soy un poeta joven, sobre todo porque todavía no encontré la receta para escribir poesía, aunque no puedo escribir un solo verso que encuentre ajeno a esa especie de “mermelada” de Omar, que es todo lo que logro, sin olvidar por supuesto, las inevitables influencias y otros robos descarados a los que soy afecto, y que no me avergüenzan, antes bien, me enorgullecen y considero una especie de homenaje de Pasión hacia los amigos con los que he compartido cuarenta años de trabajo, y a los otros, a los que nunca conocí más que a través de sus versos.
Así las cosas, así espero seguir hasta lograr un verso que se instale en alguna memoria, como aquellos que felizmente se han instalado en la mía, y a los que tanto agradezco que existan.
Ante la necesidad de “definir” la poesía, diré solamente que es un lugar de asombro; esto lo sé bien, lo que no puedo dilucidar es si es un fenómeno interior o exterior, sub u objetivo, y a qué responde o de dónde proviene dicho asombro.
“Lugar de asombro” es la poesía como hecho primigenio, sin todavía vehículos de aprehensión, más que los sentidos ni estímulos más que los naturales, los del mundo que nos rodea: una tormenta, un amanecer, y los personales: las experiencias, el dolor, deseo, placer. Por allí se vehiculizaría la poesía, tal vez, intuición mediante, tal vez hasta aquí todo es poesía e intuición, sentidos, estímulos y efectos, tal vez acción, y no sé más.
Luego ocurre la palabra y aún que lo anterior no caduca o desaparece, tenemos sí un nuevo instrumento que da origen a nuevos códigos, y permite además, una novedad absoluta: una comunicación parcial, por cierto, del fenómeno poético al otro, al menos de nuestra aprehensión de la poesía, código mediante.
Cuánto queda en la palabra de aquel lugar de asombro no lo sé; poco supongo, pero es trasmisible, y el vehículo o herramienta parece que puede ser mejorado, y de hecho lo es. Sin embargo, aparece una característica adicional o varias: sincronía, merced a elementos hallados, verso, estrofa, rima, musicalidad; el lugar de asombro – no solo se trasmite a los congéneres contemporáneos sino que la “poesía” asi codificada-, en verso danza y canción puede en alguna medida sobrevivir a su creador en el tiempo, al menos, en parte.
La palabra ya generó su fenómeno que podríamos llamar “lo poético”: donde se incrustó la poesía está presente, pero también puede existir sin ella: da origen a la danza al teatro a la canción a los poemas utilitarios en Grecia o China o religiosos en Tíbet, Egipto, por ejemplo.
La poesía constituye un ancho rio, discurso de palabras, al que da carne la persona del poeta. Nos falta saber en qué se diferencia de otros –discursos- que, contenidos por la misma entidad: el hombre; formados por la misma materia: las palabras, existen. Por ejemplo, la narrativa en literatura, el discurso comunicacional, entre otros.
Creo que la diferencia es la intencionalidad poética; la poesía es el más personal, testimonial, historicista y profético de los discursos posibles, por un lado, y por otro, al parecer, es el más consciente de sí mismo, en cuanto a palabras se refiere. En todos los demás, las unidades que las conforman son (parece) menos importantes como tal.
En la “poesía” como totalidad, hay por lo menos cuatro elementos básicos a considerar: la poesía (específicamente) el poema (material) el poeta y el lector. Hay otros menos importantes y que pueden ser sucesivos intercambiables y así, el soporte (voz, papel, computadora, televisión, radio, el idioma…) quizás tampoco puedan no existir pero son aleatorios; los cuatro primeros son constitutivos, sin ellos, sin cualquiera de ellos, no hay poesía.
A la “poesía” específicamente aún no se ha podido definirla de manera suficientemente universal, es decir, con una definición que satisfaga a todos. Todas las definiciones son parciales y, o, interesadas, ya cuestionables. El poema es un ser de infinitas caras y presencias, algo así como los individuos del género humano.
El poeta es un infeliz que ha intentado y ha sido traicionado que no pudo todo, a quien siempre le falta algo, lo sepa o no, lo crea o no, alguien, y el lector sin quien el circulo no se cerrará. Son cuatro estancias sucesos. La poesía esta en muchos sitios no solo en el poema, credo de palabras, paisajes, instancias de la vida humana. Amor, contemplación, hasta en las obras de Arte si se me permite (cine, música…). Poema es todo aquello que contiene poesía; poeta todo ser humano cuando hace o recibe poesía y lector es un poeta que trabaja con materiales tan prefabricados como unos versos o una puesta de sol o la visión descarnada del dolor, y que los elabora en una por una particular e intransferible.
La vida no nos obliga a nada
la poesía no nos obliga a nada
no hay deber
tampoco destino
no hay justificaciones para la existencia
a veces si
la poesía no es amor
ni belleza
ni alguna otra definición
que dependa de una palabra
encarna en algunas
cuales para cada quién;
la libertad le conviene
las más de las veces
me lo dice la experiencia
pero no es definitivo…
los apasionados no son libres
los locos no son libres
los sabios no son libres
los poetas tampoco….
Los hombres queremos ser
muchas cosas
altos atléticos
rubios de ojos azules
mejor
morochos de ojos verdes
porque eso le gusta a las mujeres
queremos ser también
felices
inteligentes
poderosos
es mas
omnipotentes
el poder derrite a las mujeres
ser nobles
condes duques
algo de todo eso
y de Racing
la aristocracia encanta a las mujeres
Yo solo soy de Racing.
Eso pude,
lo que
como el desamparo
el chocolate
y las noches estrelladas
a veces seduce a las mujeres…
que no importa?
Si importa, créame.
Dos poemas inéditos del libro próximo a editarse “Viva L’ Anarquia” del poeta Omar Cao