
La fecha del nacimiento de don Andrés Chazarreta, llamado “Patriarca del folklore”, fue instituida como Día Nacional del Folklorista por Ley 26665 del Congreso Nacional.
Por Oscar González
Para NCO
Andrés Avelino Chazarreta nació en Santiago del Estero el 29 de mayo de 1876, es reconocido como uno de los principales músicos e investigadores del folklore de este país.
Se graduó de maestro en 1896 y ejerció la docencia durante 27 años ininterrumpidos. Tenía 15 años cuando empezó a estudiar música siendo muy pronto maestro en la ejecución de varios instrumentos: piano, violín, guitarra, mandolín, bandurria. En total, ejecutaba dieciséis instrumentos.
Designado supervisor de escuelas en su provincia, tuvo la oportunidad de ponerse en contacto con músicos y cultores autóctonos de la campaña. Preocupado y estimulado a la vez, por el veloz crecimiento y mutaciones que producían los avances tecnológicos y los cambios socioculturales en el país, se dio a la enorme tarea de recuperar esa amenazada herencia.
En 1905 comenzó a recopilar el folclore musical argentino y a él se le debe la identificación de gran parte de danzas y canciones folclóricas, que comenzó a editar en 1916, entre ellas:
El cuando, El escondido, El llanto, El marote, El pala pala, El palito, El prado, El triunfo, La arunguita, La condición, La firmeza ,La lorencita, La mariquita, La media caña, La refalosa, La remesura, Los aires.
Además publicó once álbumes musicales santiagueños y compuso temas clásicos del folklore argentino como:
Zamba de Vargas, Siete de abril, Criollita Santiagueña, Zamba alegre, La boliviana, El 180, La gorostiaguista, El minué federal, La Telesita El salta conejo y los clásicos valses Santiago del Estero y Ciudad de Córdoba, entre otros.
En 1906 formó el Conjunto de Arte Nativo, compuesto de 30 personas entre ejecutantes y bailarines. Recorrieron primero el noroeste argentino y el 18 de marzo de 1921 actuaron en el Teatro Politeama de Buenos Aires, donde realizaron una presentación considerada histórica.
Pocos han realizado entre nosotros tan amplia y valiosa obra didáctica, creativa y promocional de la música, la danza y la canción nativas. Desde el escenario, la radiofonía, el disco, donde grabó solos de guitarra y con orquesta, hasta la docencia a través de su Escuela de Danzas Nativas en la Capital Federal.
Él mismo, decía: “En mis representaciones se verá la hermosa tradición de nuestra provincia y a la par de la música los bailarines interpretarán los distintos bailes criollos de antaño, que el tiempo va esfumando por una apatía incomprensible. Entiendo que es el momento oportuno de hacer revivir las tradiciones y presentar al mundo civilizado sus grandezas. Millares de argentinos mueren sin conocer la música tradicional creada por nuestros antepasados”.
Murió en Santiago del Estero el 24 de abril de 1960 y, acompañaron su despedida, comprovincianos de diferentes edades (se lo puede ver en un video que sobrevivió al tiempo) ejecutando la “Zamba de Vargas” por las calles de la ciudad.
De ese modo cerraba la parábola de vida de Andrés Chazarreta, iniciada en 1906 cuando en el teatro Cervantes ejecutó por primera vez la “Zamba de Vargas” que había recopilado y escuchado cantar diariamente a su abuela Agustina.
Foto: Programa de la presentación de Andrés Chazarreta y su Conjunto de Arte Nativo,
en el Teatro Politeama.
CHAZARRETA SE VINO EL NORTE BRAMANDO
El 18 de marzo de 1921, tiembla Buenos Aires
desde el Politeama.
Desconocido Andrés Chazarreta,
se vino el norte bramando.
Astilla el cemento tamaño galope,
sacude conciencias,
asombro porteño.
No era la apacible música surera,
de picaderos y payadores,
era norte fuego,
era norte pena.
Era aquel quebracho sembrando
a voleo:
Zamba de Vargas,
Siete de abril,
El 180, La Doble, Vidalas,
flores rescatadas que coparon frescas
plateas y palcos,
Corrientes angosta,
la opinión, la prensa.
Qué lejos quedaron
aquellos días duros,
cuando solo, incomprendido,
rastreaba fogones, boliches, obrajes,
desandado historia,
recuperando leyendas
y pájaros antiguos,
vertiéndolos en álbumes
llevándolos al teatro,
tornasolando el país
con un aplauso ancho.
Faltaba Goliath.
Y una mañanita clara y santiagueña
arrancó hacia el sur,
a pelearlo al puerto.
Allí estaba por fin, ganando
la ciudad a pedacitos.
Con bombos y flautas,
brujos violinistos,
el arpista ciego de la sola noche,
bailarines de antes, polvareda y mimbre
y Patrocinio Díaz
con trenzas morenas.
Pasó casi un siglo
y hoy se ratifica,
que en cada guitarra
que se juega,
chacarera abierta
en flor,
o pecho agrandado
en coplas,
late la sombra
de don Andrés Avelino Chazarreta.
Oscar González
Aldo Bonzi, mayo de 2018