
Un informe de Comunicación UBA analizó los efectos del uso cotidiano de la IA sobre la salud mental y las capacidades cognitivas, con aportes de especialistas de Psicología y Exactas.
Por Florencia Belén Mogno
La expansión acelerada de la Inteligencia Artificial en las rutinas diarias instaló nuevas preguntas sobre los modos en que las personas procesan la información, toman decisiones y construyen vínculos.
La creciente delegación de tareas en sistemas automatizados abrió un debate sobre los posibles efectos en la memoria, la atención y la autonomía cognitiva. En ese marco, distintos equipos académicos comenzaron a estudiar cómo estas tecnologías modifican conductas y hábitos mentales en amplios sectores de la población.
El fenómeno ganó relevancia a partir de la incorporación de herramientas de IA en actividades de estudio, trabajo y organización cotidiana. Lo que inicialmente se presentó como un apoyo empezó a ser observado como un posible detonante de cambios profundos en la forma de pensar. La cuestión despertó interés en el ámbito universitario, donde las transformaciones cognitivas aparecen con mayor rapidez debido al uso intensivo de dispositivos digitales.
En ese sentido y según el estudio elaborado por Comunicación UBA al que accedió Diario NCO, especialistas de la Facultad de Psicología y de Ciencias Exactas y Naturales advirtieron que la dependencia creciente de estas herramientas podría producir lo que denominaron “sedentarismo cognitivo”. El concepto refiere a la tendencia a dejar de ejercitar habilidades mentales que antes se desarrollaban de manera natural.
Primeros impactos en las capacidades cognitivas
Dentro del análisis académico, el texto destacó aportes del director del Laboratorio de Inteligencia Artificial Aplicada de Exactas UBA, Diego Fernández Slezak, quien afirmó que una delegación excesiva de tareas en la IA podría favorecer la pérdida progresiva de habilidades propias.
El especialista explicó que procesos como la planificación, la toma de decisiones y la navegación espacial se debilitan cuando las personas dejan de utilizarlos por apoyarse constantemente en dispositivos.
En el reporte mencionado, Fernández Slezak retomó el concepto de sedentarismo cognitivo, popularizado por Mariano Sigman y Santiago Bilinkis, para describir el deterioro que ocurre cuando una capacidad se “cede” a la tecnología. Detalló que la pérdida no siempre implica un efecto negativo, ya que puede abrir la puerta a nuevas destrezas, aunque subrayó la necesidad de que los usuarios mantuvieran una actitud crítica frente al uso de las herramientas digitales.
Como ejemplo, el profesional señaló el caso del GPS. Su utilización permanente redujo la formación de mapas mentales y las habilidades para planificar rutas, especialmente entre las generaciones más jóvenes. El experto sostuvo que la clave consistió en decidir en qué situaciones utilizar la herramienta y en cuáles evitarla para sostener el entrenamiento cognitivo.
Efectos emocionales y riesgos emergentes
Por otra parte, el informe también incorporó hallazgos recientes sobre el impacto emocional del uso de la IA. Entre ellos se destacó un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), citado en el mismo informe, que registró una disminución del 47% en la actividad cerebral de estudiantes que resolvían tareas con asistencia de herramientas generativas en comparación con quienes no las utilizaban.
Desde el ámbito de la Psicología, el subsecretario de Investigaciones de la Facultad de Psicología de la UBA, Cristian Javier Garay, aportó otra mirada a la discusión. Según el análisis presentado, los efectos cognitivos de la IA resultaron difíciles de precisar por tratarse de un fenómeno reciente; aun así, ya se observó una sustitución indebida del apoyo humano en situaciones complejas, lo que generó preocupación en escenarios clínicos sensibles.
El texto mencionó además que, aunque las tecnologías digitales pueden fortalecer la prevención y el acceso a la salud mediante iniciativas e-Health, también intensifican problemáticas como el descanso insuficiente, la sobreexposición laboral, la comparación con modelos corporales idealizados y el incremento de trastornos de ansiedad, depresión y conducta alimentaria.
Transformaciones sociales y desafíos a futuro
El relevamiento incluyó advertencias sobre cambios más amplios en la sociedad. Fernández Slezak planteó en el documento que la incorporación de la IA modificaría la forma de aprender y enseñar, e ilustró esta transformación mediante un paralelismo con las tablas de multiplicar: aunque la calculadora está disponible en todo momento, conocerlas sigue siendo fundamental para desarrollar herramientas matemáticas básicas.
El especialista sostuvo que algo similar ocurre con tareas actuales de la IA, como traducir o redactar textos. Afirmó que la tecnología puede funcionar como apoyo, pero no debería reemplazar las capacidades necesarias para sostener un pensamiento crítico e independiente.
De esta manera, el documento consultado por este subrayó que la comprensión profunda de los procesos sigue siendo relevante, incluso cuando las máquinas pueden ejecutar operaciones complejas con rapidez.
Por último, el informe destacó que las conexiones neuronales se fortalecen con el uso y pueden debilitarse cuando se delegan de manera permanente. La evolución constante de las herramientas digitales, observada mes a mes, desafía a las instituciones educativas, a los sistemas de salud mental y a las políticas públicas a repensar estrategias para garantizar que la tecnología amplíe capacidades sin reemplazarlas.
Fuente fotografías: redes sociales.
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