Andrea Sánchez es profesora de ingles de la Escuela N° 188 de Laferrere y junto con dos compañeras docentes iniciaron una sobremesa con lectura de diferentes libros, después del almuerzo en el comedor de verano del establecimiento, promoviendo la literatura de distintos géneros para chicos y chicas del barrio.
Patricia Dávila
patriciasdavila@gmail.com
En medio de las altas temperaturas de un intenso verano, Andrea Sanchez, docente de ingles, acepto conformar el equipo del comedor en plena temporada vacacional del año 2011, y desde allí no solo estuvo a la par de las labores que se realizaban en el lugar, sino que comenzó en conjunto a sus dos compañeras de esta institución educativa, una actividad que hasta el dia de hoy es una propuesta enriquecedora a nivel pedagógico e introduce a niños y niñas en el maravilloso mundo de la lectura.
“Soy profe de inglés de la escuela desde hace ya casi 5 años, además de realizar proyectos en mi área, trato de involucrarme con todo lo que se trabaje en la escuela a nivel institucional, ya que creo que cuánto más rico y variado sea nuestro trabajo, mejores aprendizajes van a poder construir nuestros chicos, cuando se dio la posibilidad de trabajar en el comedor de verano en 2011, me encantó la propuesta ya que me permitía conocer el funcionamiento de la escuela desde otro lugar: el trato con los chicos iba a ser diario, en vacaciones – período en el que no median notas o evaluaciones- al igual que el trato con el personal auxiliar” destacó Sanchez.
Durante las jornadas del comedor, la rutina diaria de aquellos días incluían conversaciones entre los chicos y el personal a cargo, al ingresar al establecimiento, durante el almuerzo, y después del mismo, lo cual se torno en un ambiente propicio para el desarrollo de la actividad que desembocaría en el camino de las letras, así lo resaltó la docente, “durante esas charlas nos transmitían que se aburrían en vacaciones: la mayoría no tenía pileta, tele o algún modo de entretenerse, por eso se nos ocurrió ofrecerles libros, pensamos que al igual que nos había pasado a nosotras, probablemente al ofrecérselos en un ámbito tan relajado y sin presiones iban a recibir la propuesta con alegría”.
En este sentido, agregó que “hubo chicos que llegaron a leer más de 30 libros en el mes y medio que duró el comedor de verano, en muchos casos los nenes mayores le leían a los más chiquitos que aún no sabían leer, las conversaciones fueron girando a conversaciones en las cuales ellos contaban si el libro que habían llevado el día anterior les había gustado o no y se hacían recomendaciones, fue muy lindo ser parte de ese proceso de cambio en los nenes, como institución creemos que crear vínculos con los chicos es sumamente enriquecedor para sus trayectorias escolares; durante este comedor de verano logramos profundizar esos vínculos, esto dejó sembrado un proyecto institucional de lectura que hasta el día de hoy se lleva a cabo”.
Con alegría, la docente de esta institución aseveró que “incluso entre ellos mismos hacían recomendaciones: fue increíble ver cómo se habían convertido en “críticos literarios”, “iLlevate el del Fantasma de Canterville que está buenísimo!”, sugería Matías, “No, el de CuJekyll es mejor”, retrucaba Franco, compartimos la mesa del almuerzo con los libros, escuchamos relatos, narraciones y reflexiones, habíamos logrado bajar el libro del estante, abrirlo hasta sumergirnos, poco a poco, en las actividades lectoras, hasta llegar a hacer del libro un compañero permanente”.
Al respecto de los logros obtenidos en esta experiencia literaria de verano, añadió que “pronto comenzaron a hacernos pedidos especiales, libros que ya habían leído con sus seños durante el año escolar – ya que nuestra escuela trabaja hace ya cinco años un proyecto de literatura anual- y que deseaban releer, como así también pedían llevárselos a sus casas, por estos motivos, habilitamos un cuaderno de préstamos, el cual los chicos aprendieran a completar para así poder llevar los cuentos a casa y continuar leyendo e imaginando otros mundos posibles, muchos de ellos nos contaban, orgullosos, que habían compartido historias con sus familias en sus casas, habíamos logrado formar ávidos lectores y, a su vez, lectores muy cuidadosos: lavaban sus manos antes de tomar un cuento y si se los llevaban a sus hogares los mismos volvían en perfectas condiciones, cuidados con esmero, protegidos por ellos”
“Empezamos trabajando como un comedor de verano de modalidad 1, es decir, sólo comida y terminamos desarrollando un proyecto literario genial, realmente, una alegría, la escuela tiene como eje institucional un proyecto literario, de este modo, la literatura y, en especial, el leer por placer siempre está presente con una centralidad única en nuestra institución, por ejemplo, durante el ciclo lectivo 2012 cada grado trabajó con textos de distintos autores y géneros y el trabajo final fue una murga literaria que llevamos a cabo en diciembre, cada curso escribió su propia canción de murga contando lo que había leído, hicieron sus trajes y estandartes, vinieron dos murgas de la zona a enseñarles a los chicos a bailar durante octubre y noviembre”, concluyó Andrea.
Fe de erratas: La escuela es la numero 181, no la 188!