Número de edición 8481
La Matanza

San Justo: De denunciante a denunciado


Por Prof. Joaquín G. Puebla

Una de las repercusiones que ha tenido la serie de notas denominadas la “Mafia del Bromato” publicadas por el NCO en marzo del corriente año, fue la suspensión unilateral, por parte del Dr. Carlos Arrastía, Interventor de Bromatología de la Municipalidad de la Matanza, de los operativos por el cuál los inspectores municipales controlaban la mercadería de aquellos panaderos que eran denunciados por el Centro de Industriales Panaderos de La Matanza que conduce Emilio Majori.

Emilio Majori es una parte importante del universo panaderil (esta bien escrito y hasta hay una federación con esta palabra) del distrito, porque no sólo conduce la institución que agrupa a los industriales panaderos, sino que a su vez es un importante productor de pan.

Emilio Majori era el encargado de denunciar ante el Interventor de Bromatología a los colegas que usaban bromato de potasio en la elaboración del pan, también, de paso, denunciaba a aquellos colegas que no cumplían con las normas en cuanto al transporte de la mercadería durante el reparto del pan en los comercios minoristas.

Emilio Majori, Dr. Carlos Arrastía y la secretaria de éste, Andrea Fleites, formaron un triangulo que manejaban información y tenían la responsabilidades de organizar los procedimientos de inspección de los panaderos, en el marco de un acuerdo firmado, a los inicios de la administración de Alberto Balestrini, entre el municipio de La Matanza y el Centro de Industriales Panaderos con el fin de combatir la elaboración de pan con bromato de potasio.

Todo funcionó honestamente y en el espíritu del acuerdo durante bastante tiempo; hasta que un día, algunos de los mencionados anteriormente se le ocurrió hacerlo funcionar en forma más “eficiente”, dándole al sistema un tinte económico que beneficiaría bastante a quién lo llevase a cabo. Nadie hacia preguntas y todos salían ganando.

La modificación consistió en solicitarle “amablemente” a los panaderos “flojos de papeles” un aporte semanal de $300 para gastos administrativos o para colaborar con los honestos y laboriosos funcionarios o no, que combaten denodadamente la elaboración del pan con ese elemento maligno y cancerigeno que es el bromato. Eso si, aquel que no “colaboraba voluntariamente” era incluido misteriosamente en los procedimientos que realizaba el municipio.

El hacer más eficiente el acuerdo resulto ser un gran negocio, dado que de los más de 1200 industriales panaderos que se calculan que hay en La Matanza, el 85% no tiene habilitación de ningún tipo, ni de la provincia ni del municipio y de esos panaderos sin habilitación el 40% utiliza bromato de potasio en la elaboración del pan.

Con el paso de los años, la mafia del bromato que manipulaban la información que manejaban Emilio Majori, el Dr. Carlos Arrastía y Andrea Fleites creció en poderío económico y fue consiguiendo, a fuerza de dadivas o llanamente coimas, protección política y policial. A tal punto llego la fuerza de esta organización que un funcionario que estuvo temporalmente al frente del organismo de control, le inició un sumario administrativo a Andrea Fleites por haber detectado serias irregularidades y recibió serias amenazas, que llego al extremo de haber sido victima de un asalto en la puerta de su casa durante el cuál le pusieron un arma en el pecho y se le llevaron el auto, reclamándole en todo momento que se calme y no joda. A los pocos días, el vehículo apareció y al hacer el peritaje del mismo, se descubrieron huellas dactilares de personal policial que en algún momento tuvieron relación con la Srta. Andrea Fleites y la Dirección municipal de Bromatología. Obviamente el sumario descansa en un oscuro cajón de un escondido escritorio del municipio.

¿Emilio Majori es un trucho?

Hay responsabilidades que alguien debe ejercer valientemente, más allá de que durante el ejercicio de la misma, los colegas y la sociedad lo estigmaticen. En su momento, la profesión de verdugo fue socialmente repudiable, así como también, el oficio de los delatores durante reinado del emperador Tiberio en la vieja y remota Roma.

Emilio Majori tuvo que ejercer durante muchos años la triste responsabilidad de denunciar, anónimamente, a sus colegas que trabajaban al margen de la ley y las buenas costumbres. Por suerte para su conciencia, el Interventor de Bromatología, Dr. Carlos Arrastía y su Srta. Secretaria, Andrea Fleites, decidieron suspender los operativos.
Hace pocos meses Emilio Majori fue víctima de un atentado, le tirotearon el auto cuando llegaba a su casa. Recibió lesiones leves que no requirieron internación, pero no se realizó denuncia policial alguna ni tampoco se inicio ninguna investigación de oficio por parte de la justicia. En la actualidad Emilio Majori se traslada en vehículo blindado y con custodia.

Cuando uno cumple la desagradable tarea de señalar a sus colegas, debe tener la precaución o el don de buena gente, de cumplir estrictamente con los reglamentado, a tal punto debe ser así, que uno debería convertirse en ejemplo del ejercicio de la profesión y, debe hacerlo, para alejar toda sospecha, porque para denunciar uno debe estar inmaculadamente limpio, porque sino se caería, en lo que el según el filosofo rioplatense, Claudio María Domínguez, sería “ver la paja en el ojo ajeno y no sentir la viga en el …. de uno”.

En la foto que ilustra la presente nota, se ven canastos de mimbre llenos de pan, preparados para ser subidos a una camioneta para iniciar el reparto del mismo. Asimismo se ven canastos de alambre de acero y bolsas de segundo uso (las tradicionales bolsas de papel de harina).

Según lo reglamentado, la distribución del pan solo puede hacerse en vehículos de furgón cerrados herméticamente y los mismos deben tener los pisos recubiertos de goma antideslizante y debe estar debidamente habilitado por el gobierno de la provincia de Buenos Aires ó la Dirección de Bromatología de algún municipio, y fumigados una vez al mes.

El pan debe transportarse (es norma en todo el ámbito de la provincia de Buenos Aires) en cajones sanitarios blancos ó negros (cajones de plástico) ó en bolsas de primer uso, debidamente rotulada y deben estar acompañados de boletas de procedencia y factura acreditada en la AFIP. El chofer del reparto debe estar vestido integralmente de blanco y tener la Libreta Sanitaria correspondiente.

La foto fue tomada a la madrugada en la puerta de un galpón ubicado en de los Incas al 1700, Isidro Casanova y según versiones y comentarios de los vecinos, la misma pertenece a Emilio Majori. En los archivos municipales no figura ninguna industria panadera debidamente habilitada en de los Incas al 1700, ni la AFIP tiene registrada ninguna actividad comercial en la mencionada dirección.
¿Será de Emilio Majori la industria panadera que se muestra en la foto que esta en clara infracción a la ley?

Es tiempo de aclarar algunas cosas y que los responsables sean investigados dado que las infracciones detectadas son punibles ante los ojos de la ley. No puede haber una ley para los amigos y una condena para los que no lo son, es más, no puede existir un estado democrático que sancione en base a denuncias anónimas y quien hace la denuncia, viole todas las prescripciones impuestas en la ley.

Imaginemos por un minuto que Emilio Majori es el responsable de las flagrantes imputaciones descriptas anteriormente, entonces el Sr. Emilio Majori sería, en las palabras del filósofo rioplatense, Claudio María Domínguez, “el que ve la paja en el ojo ajeno y no siente la viga en su ….. dado que lo tiene totalmente dilatado”.

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2 Comentarios.

  1. lindo ejemplo dan los limpitos, y al dia, y asi quieren mas y mas, al final politi es un bebe de pecho al lado de los que hacen operativos, cada uno tiene un cadaver en el armario.

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