Por Hugo Lopez Carribero
Abogado penalista
Están bajo prisión preventiva hasta cuatro años, y en el juicio oral
terminan absueltos o sobreseídos. Cayeron por diversas maniobras
policiales y, como la mayoría es pobre, tienen defensores oficiales que
les dedican poco tiempo. Cuando salen libres, ni siquiera reciben ayuda ni
indemnización del Estado.
Primero cayeron como moscas en los trucos de policías inescrupulosos,
después quedaron atrapados en los pliegues de una trama legal que les
niega el derecho constitucional de esperar el juicio en libertad, ahora
son defendidos por abogados a quienes ni siquiera conocen, y dentro de
tres o cuatro años, cuando la Justicia les haga justicia, ni siquiera
podrán esperar que el Estado los indemnice por el error. En la provincia
de Buenos Aires, unos nueve mil presos inocentes esperan que la democracia
llegue hasta ellos.
En la Provincia hay casi 31.000 personas presas. 25.000 duermen en 39
cárceles superpobladas y unas 5.800 en las comisarías, a pesar de que este
año la Corte Suprema de Justicia obligó a desalojarlas. Un dato que
estremece: nueve de cada diez son pobres. Hace sólo 5 años, antes de que
la llamada política de “mano dura” restringiera hasta la asfixia las
excarcelaciones de las personas imputadas, había diez mil presos menos.
Este salto geométrico tiene otras consecuencias: el 75 por ciento de los
presos bonaerenses está procesado sin condena en primera instancia, es
decir que la Justicia no determinó aún si son culpables del delito del que
se los acusa.
Una vez entre rejas, les espera un largo y exasperante camino hasta probar
su inocencia en el juicio oral: cada año, el promedio de causas que tienen
sentencia apenas araña el 3 % de la cantidad de causas iniciadas.
¿Cómo llegan los inocentes a la cárcel? Una de las vías más frecuentes es
a través de procedimientos policiales truchos, “armados” para maquillar
las estadísticas de “efectividad”. Estas maniobras fueron denunciadas en
junio del 2000.
Otros artilugios para encarcelar a personas inocentes es el de exhibir
ante quienes se acercan a denunciar delitos las fotografías tomadas en las
comisarías a detenidos acusados anteriormente por otra causa o simplemente
demorados por averiguación de identidad, e inducirlos a creer que entre
esas fotos está la cara del delincuente que atentó contra ellos. Luego, a
través de “testigos de identidad reservada”, se completa una acusación que
se cae a la hora de probarla durante el juicio oral. Para entonces los
acusados ya pasaron varios años presos.
El tercer camino, también surcado por los policías bonaerenses, consiste
en desviar la investigación judicial hacia un inocente para proteger a los
verdaderos culpables del delito.
También las falsas denuncias contribuyen a una mala administración de
justicia. Rubén Brocolo tiene 74 años y huellas de dolor en su rostro. Es
casado, abuelo de 8 chicos y padre de dos mujeres, una de las cuales
falleció hace siete años. El 3 de enero de 2002 fue uno de los peores días
de su vida: fue detenido y preso durante 4 años, acusado de violar a su
amante de 19. Luego se descubrió que la joven, a la que mantenía, mintió a
instancias de su madre porque él quería terminar la relación
amoroso-económica.
Es muy cierto lo que dice Dr. La policía suele “armar” la prevención y el fiscal con el juez de garantías se limitan a homologar lo actuado sin hacer comprobación alguna !!