por Prof. Joaquín Gabriel Puebla
Al comenzar a entrevistar a los protagonistas de las historias que se relatan a continuación, tenía vivencias personales que me asociaban a Malvinas y su entorno pero, debo admitir, no sentía fuertes lazos sentimentales con la gesta y la causa de Malvinas.
Hablar y compartir tiempo, mate, cigarrillos, recuerdos y lágrimas con nuestros Héroes Matanceros, cambió totalmente mi perspectiva de las cosas, pude madurar y dejar aflorar sentimientos que los tenía escondidos.
Por eso es que afirmó, que esté suplemento, está escrito desde el corazón y para el corazón, porque “los muchachos” (más allá de que ronden los 50 años) se sacaron la capa protectora y me contaron su historia particular, desde el momento que fueron incorporados, su viaje a las islas, los momentos más intenso del combate, la rendición, el viaje de vuelta y el reencuentro con su familia.
Muchos de ellos no habían contado nunca la historia en toda su extensión, la mayoría dejaron caer algunos recuerdos en los oídos de la familia, pero al enfrentarse nuevamente al relato del paso a paso de la historia que vivieron, los dejó desarmados y vulnerables.
¿Cómo se hace para agradecer a un desconocido que te cuente su historia con el corazón en la mano?.
Tuve el privilegió de conocer a un grupo de Héroes que me tendieron la mano y, ahora, soy parte de la Causa de Malvinas, y espero, que a partir del relato de estás historias, usted, amigo lector, sea un integrante más del compromiso de no olvidar.
Esté suplemento especial se pudo hacer gracias a los que nos contaron su historia, a los amigos que apoyaron el mismo con un anuncio pero, debo destacar la figura del Director de NCO, el Gran Oscar Pettinato, quién me dio total libertad de entrevistar, escribir y difundir el presente material. También debo destacar la colaboración de Leandro Pettinato, quién con su magia habitual, nos diseña las páginas del NCO y, también hay que reconocer a Romina Bosco y a Pedro Gustavo Escobar, quiénes siempre apoyan y empujan desde el anonimato.
Para finalizar, debo darle las gracias a mi vieja, Nélida Herrera por su tolerancia, paciencia y cariño y, que desde hace un mes (que es el tiempo que me llevó hacer la presente producción periodística) la tengo abandonada.