Estudios realizados por científicos estadounidenses demostraron que el virus de la hepatitis C (VHC) causa en la actualidad en ese país más muertes que el SIDA (HIV) y advirtieron que la falta de conciencia y el desconocimiento “contribuyen a que las inversiones en la prevención y en la atención de las hepatitis sean inadecuadas”.
El trabajo, realizado por los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC según sus siglas en inglés) de los Estados Unidos, constituye uno de los documentos de análisis de la IV Reunión Latinoamericana de Hepatitis que deliberará entre hoy y mañana en Buenos Aires con la presencia de 250 expertos de la región.
“En el 2007, la infección por el virus de la hepatitis C (VHC) superó la infección por el VIH como causa de muerte en los Estados Unidos (15.106 casos contra 12.734, respectivamente)”, apuntó el informe, a la vez que advirtió sobre “el bajo nivel de conciencia y conocimiento sobre las hepatitis virales por parte de la población general y del personal de salud”.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre 130 y 170 millones de personas en el mundo se encuentran infectadas con el virus de la hepatitis C, y más de 350 mil mueren cada año como consecuencia de enfermedades hepáticas relacionadas con la hepatitis C, un virus que se transmite principalmente a través del contacto con sangre infectada, señalaron los organizadores del encuentro de Buenos Aires.
Los datos reunidos por la OMS muestran que estadísticamente “entre el 60 y 70 por ciento de las personas con hepatitis C presentan infección crónica; entre el 5 y 20 por ciento desarrollan cirrosis y entre el 1 y 5 por ciento de los casos mueren como consecuencia de cirrosis o cáncer hepático”.
“La cirrosis por Hepatitis C es la principal causa de trasplante hepático y de cáncer de hígado, en tanto que los tratamientos actuales buscan eliminar el virus, reducir los síntomas de la enfermedad y evitar sus complicaciones”, según la OMS.
El encuentro de Buenos Aires incluye el análisis de casos clínicos y paneles, entre otras actividades, para discutir los más recientes avances en el tratamiento de la enfermedad.
Según la OMS, entre 130 y 170 millones de personas en el mundo se encuentran infectadas con el virus de la hepatitis C, y más de 350 mil mueren cada año por causas relacionada con la enfermedad.
“Se trata de una enfermedad silenciosa hasta que se presentan las complicaciones tardías y la infección por hepatitis C puede derivar en serias complicaciones como la cirrosis o el cáncer de hígado”, explicó Marcelo Silva, Jefe de Hepatología y Trasplante Hepático del Hospital Universitario Austral de Buenos Aires y Presidente del congreso iniciado hoy.
“En el encuentro se discutirán los resultados de nuevos fármacos orales que han demostrado mejorar ostensiblemente la capacidad de curar la infección por hepatitis C, así como también las distintas estrategias que permiten hoy optimizar los resultados y la adherencia de los pacientes a los tratamientos”, señaló Silva poco antes del inicio de la reunión.
La tasa de respuesta a las nuevas terapias orales, el manejo de sus interacciones medicamentosas y efectos adversos, la identificación de los factores predictivos de respuesta y el tratamiento de grupos especiales, como son los pacientes con cirrosis y con coinfección con VIH/SIDA, serán algunos de los ejes temáticos de la reunión, adelantó el especialista.
El virus de la hepatitis C genera en la mayoría de los pacientes una inflamación crónica del hígado, la cual luego de décadas puede desencadenar cirrosis y cáncer de hígado.
Uno de los desafíos actuales es el manejo de la coinfección hepatitis C y VIH, que suele ser frecuente dado que ambos virus comparten vías de transmisión.
“En los pacientes con hepatitis C, la coinfección con el VIH aumenta el riesgo de desarrollar cirrosis y cáncer de hígado”, advirtieron los estudios difundidos por la OMS.
El virus de la hepatitis C se transmite a través del contacto con sangre infectada y existen ciertas poblaciones que se encuentran ante mayor riesgo de contagio, como son las personas que utilizan drogas inyectables o inhaladas y que comparten los instrumentos para su consumo.
El personal médico que está en contacto con sangre o sus derivados y las personas que reciben transfusiones de bancos de sangre no controlados, también están entre los grupos de riesgo.