Hay días en los que no alcanza el tiempo para sorprenderse de las trapisondas de algunos funcionarios públicos y de otros no tan públicos.
“corruptelis in extremis”
Parece ser que hace unos días y, al amparo de la impunidad, unos “corruptelis in extremis” del club matancero “food science” habrían intentado “facturar” a un importante empresario del rubro mayorista no sólo del distrito, sino más bien, del país.
El empresario de “maximus consumus” se habría reído ante la cifra mencionada y en son de enseñanza, le habría comentado a los “corruptelis in extremis” que él había donado los terrenos donde se edifico una importante iniciativa del gobierno provincial en La Matanza y, en tono de sorna, le habría dicho “muchachos no se preocupen, que cualquier cosita hablo con el “señor f” de parte de ustedes.
Pasando la gorra
Hay un club matancero que es realmente poderoso y con el cuál nadie se mete, porque andan en banda y son bastantes guapos.
Según unos, son como “KBrO3” de su dulce madre y, según otros, son “un panettone con mucha fruta”.
Estos muchachos, con “Juan enfierrado” a la cabeza, andan pasando la gorra por los negocios del ramo, pidiendo unas moneditas a cambio de protección de la brigada anti – la sal iónica de aspecto de cristales o polvo blanco.
La suma solicitada ronda los 300 pavos y el que no paga, que se arregle y, le preguntan, con sonrisitas picaronas, ¿tenés seguro?.